martes, 30 de junio de 2009

NUEVO APOCALIPSIS

El apocalipsis ya no lo encarnan cuatro jinetes y sus fantasmagóricos caballos, ya no visten ropajes ajados y malolientes, ni cargan pesadas y devastadoras espadas. Desde hace ya mucho tiempo, el apocalipsis es encarnado por un único ser, oculto a nuestros ojos, y gasta negros trajes de seda, pero a su cuello no llega a asfixiar su corbata de tez sangrienta.

Más allá de donde alcanza nuestra vista se erige él, dominando el mundo civilizado, provocando guerras impropias de seres humanos, y hambre para algunos, mientras unos pocos se rodean de oro y gloria… Éste apocalíptico jinete no representa a la muerte, a la codicia, a la guerra, al hambre ni a las enfermedades de forma particular, pues todo forma parte de un circulo vicioso o de una cadena cerrada. Éste jinete representa el poder, el poder de provocar guerras, el poder de crear nuevas enfermedades, el poder de decidir sobre la vida de otros, el poder que solo está en manos de unos pocos que se reparten el mundo a nuestras espaldas y deciden por nosotros. Ya sean llamados popularmente ejecutivos, políticos, o simplemente líderes, da igual, han alcanzado una posición de poder que en muchos casos, a nosotros, los que estamos bajo su hegemónico poder, nos sería incluso imposible de llegar a comprender… pero su poder es débil, pues reside realmente en nosotros, y es precisamente por esto por lo que su mayor preocupación parece ser apartarnos de su camino, pero no totalmente, pues ningún rey es tal sin un pueblo a sus pies. Su estrategia trata de apagar nuestro pensamiento, nuestra capacidad de razonar por nosotros mismos, pues esta capacidad, en un principio innata en el ser humano, hace ya miles de años, es para él y para sus ansias de poder una peligrosa bomba de relojería. ¿Qué se hace cuando una bomba supone una amenaza? Creo que cualquiera diría que habría que desactivarla, y precisamente es esto lo que se pretende conseguir.

Todo nuestro poder, toda nuestra carga explosiva, está magistralmente separado de su detonante, pues hemos sido criados para cumplir dicho propósito, y día a día lo cumplimos cual tarea o actividad sistemática, pues no se descuida para nada la peligrosísima posibilidad de que lleguemos a pensar por nosotros mismos, algo tan fácil y a la vez tan difícil en los tiempos que corren… algo tan simple y a la vez tan peligroso para algunos.

Si haces un esfuerzo podrás darte cuenta de algunas cosas que escapan a tu control racional, hechos o formas de actuar que realizas en muchas ocasiones sin saber con certeza qué haces, pero con una gran confianza en que haces lo mejor, pues es eso precisamente lo que te han inculcado de una forma tan subliminalmente como ha sido posible. Ya sea a la hora de comprar cualquier producto, como por ejemplo prendas de ropa, como a la hora de modificar tu imagen física con peinados de moda o caros potingues para pintar una falsa realidad, a la hora de comprar una casa o un coche con dimensiones o prestaciones que en realidad no necesitas a precios abusivamente inflados, o incluso simplemente a la hora de elegir tu formación académica. Estamos bombardeados continuamente por mensajes que nos dicen qué comprar, qué marca es la mejor y cuál te hará más feliz, unido a un canon de belleza que roza lo imposible y que se nutre de caros maquillajes y cada día más, de fotos trucadas que muestran la falsa realidad con la que deberíamos soñar, pues ha llegado a un nivel prácticamente inalcanzable al que muy difícilmente podríamos siquiera acercarnos. El precio de la vivienda propia es abusivo, y los lujos de los automóviles, que claramente inflan los precios, en muchas ocasiones son innecesarios, aunque todo sea por la bonita y falsa realidad de una vida acomodada, una vida en la que realmente lo único que conseguimos es darle al sistema el dinero que ganamos del él mismo, para lo que tenemos que hacer en muchas ocasiones tareas sistemáticas y repetitivas como única función propia en dicho sistema, quedando encerrados en un círculo vicioso y capitalista. Y se nos pretende meter en dicho circulo desde el principio, manipulando y destrozando nuestra educación académica cada vez más, haciéndonos creer ser receptores de una educación práctica y de calidad que en realidad lo único que hace es mecanizarnos y prepararnos para cumplir una función, para lo que se elimina todo rastro de cultura e historia que no nos sirva para cumplir dicha función mecánica, y mucho más si además dicho rastro nos puede dispersar la niebla que nos envuelve y nos ciega. De nada nos sirve que nos “faciliten” la vida, no seamos borregos, no nos dejemos conducir y abramos los ojos, TODOS, y recordad, su poder pese a imponente, es débil…

La ley del mínimo esfuerzo nunca debería convertirse en la ley del máximo éxito.


David Peña Casanova 

2 comentarios:

  1. David no escribiría un texto como este ;)

    ResponderEliminar
  2. Un artículo bestial, conmovedor, de estos que dices: es lo que pienso, escrito con buenas palabras, y te aplaudo por ello, ya que aunque muchos pensemos igual en nuestra cabeza se puede quedar guardando polvo.

    Un saludo!

    ResponderEliminar